Leyenda del Sauce Llorón |
En el huerto del Señor, todo era felicidad; las plantas y los animales vivían en la más completa armonía. La maravilla de la naturaleza se manifestaba en todos los seres: Así el eucalipto lucía sus hojas verde plata, el ceibo, sus flores de fuego, el álamo, sus ramas vigorosas... Las aves amaban a los arbolesy éstos les correspondían regalándoles, generosamente, sus dones: En primavera, el churqui que era el primer árbol que florecía invitaba a las aves diciendo: Vengan que tengo perfume para todas...! Y ellas se ponían a jugar con sus ramas y se iban envueltas en suave aroma. A la vez que el peral veía a sus frutos maduros, allá por el mes de enero, llamaba a los pájaros.Piquen .. piquen...! La carne de mis peras está dulce y sazonada. Y las aves se acercaban presurosas a picotear las
frutas. En verdad que todo era alegría y dicha en el huerto del Señor. Se cumplía a cabalidad el mandamiento de Dios: "Amaos los unos a los otros". A la orilla del río se erguía el sauce que era el árbol más interesante de cuantos se había creado. No tenia frutos ni flores coloridas, pero brindaba a todos sus varas largas y lacias en las cuales se columpiaban las aves ayudadas por la brisa. Qué tardes más plácidas las que pasaban los animales bajo la fronda fresca del sauce! Qué coros melodioso los que entonaban los tordos, bientefues, torcazas y tarajchis ..! Eres el árbol más encantador del huerto - le decían- y el más hospitalario- Y el sauce sacudía su cabeza glauca. Eran muy grandes los sentimientos de cariño que despertaba en todos cuantos lo rodeaban. Hasta el buey que llegaba a rascarse en el tronco y el asno regalón que mascaba con deleite las hojas amargas. También lo prefería el caballo que después del medio día, iba a echar un sueñito a su sombra. Tanta preferencia y alabanzas torcieron el alma del árbol que se tornó soberbio y vanidoso. Una tarde el sauce gritó a los pájaros: Fuera de Aquí!! Ya me canse de sus cantos; Qué te ocurre amigo Sauce? Le pregunto el
bientefué, ¿Porqué nos tratas tan mal? El sauce cada vez más enojado replicó: ¡Largo de
mí! Me molestan sus voces...Que la chulupia tiene voz de
oro... ¡Qué gran mentira! ¡Qué ridículo!
... la
voz de la paloma ¡tan fea como llorona! ¡Fuera he dicho
y no vuelvan por aquí...! A poco, llegó el viento que quería jugar con las
ramas del sauce. Este le dijo: ¡Deja mis ramas en
paz! Vete a otra parte con tus chimorreos y tus juegos. Al rato el buey, quien después de trabajar en los sembradíos quería darse una rascadita. El sauce no lo dejo aproximarse y habló muy enojado: Me dejas la tierra de los surcos. Busca otro árbol para tu sucio cuero. Después llego corriendo el asno regalón. Cuando
alzó el cuello para coger unas hojas, el sauce le dijo: Oye
"Orejas Largas". Desde hoy no tendrás el
manjar de mis hojas. Come lo que tus patas encuentren. Después de medio día, se asomo el caballo y el sauce
malhumorado, le dijo: Ve a dormir la siesta donde el
diablo perdió el poncho. Desde esa vez los pájaros pasaban de largo, el viento daba un rodeo para no acercarse al sauce. El caballo, el asno regalón y el buey tampoco regresaron. Se fue la primavera con su profusión de flores y se adelanto el verano con frutas de carne perfumada. En el otoño los jilgueros, chulupías y golondrinas dijeron adios al valle. Con gran algarabia una mañana alzaron el vuelo para buscar lugares con climas más benignos. Poco a poco las hojas del árbol se tornaron amarillas
cayendo calladamente al suelo... Todo el campo se torno
gris y triste, sin arrullos, sin cantos, sin el zumbido
de las abejas mieleras... El reloj del tiempo continuó marcando su paso y llegó la primavera. El sol calentó la tierra, la lluvia lavó a los árboles del huerto del Señor. El sauce sintió que su savia se alborotaba y de pronto vio que, de todos sus gajos, nacían hojitas nuevas. "Ahora volverán todos mis amigos" se dijo el sauce. Un día vio pasar a los pájaros y les gritó
alegremente: Amigos ¡Bienvenidos a este huerto!
Vengan y aniden en mis gajos. Cuando el viento reidero, le dijo con voz conmovida: Ven
aquí y cuéntame de tus andanzas. Con el buey trabajador ocurrió otro tanto: "Acércate
amigo, te regalaré mi sombra y mis ramas largas",
pero el animal lo ignoró sin hacerle el menor caso. Como en ningún otro año, el campo se vistió con sus mejores galas. La granada se carcajeaba de risa, los duraznos tenían sus rostros de grana, las margaritas bailaban cada tarde con el violín de la acequia. Todo era alegría y color, sólo el sauce abandonado, mostraba una profunda pesadumbre. Sus varas lacias parecían vencidas... Entonces surgió en su corazón un gran arrepentimiento..."He sido egoista y engreido, por eso perdí a todas mis amistades" , pensaba en cada momento. Y paso el tiempo... Cuando comenzaron los fríos otoñales todo el dolor contenido en el alma del sauce se desbordó y lloró día y noche, noche y día, inacabablemente... Al ver tanto arrepentimiento, los pájaros, el viento, las aguas, el buey, el caballo y el asno regalón perdonaron al árbol. Y hubo fiesta en el huerto... Sin embargo, en cada otoño, el sauce recuerda su mal comportamiento y llora. Y así llorará hasta el final de los siglos... |
Texto extraido del Suplemento Cántaro del periodico El Pais- Tarija 7 de diciembre de 1996 ...... |